La Ñ TaMBiéN Es GeNTe


La culpa es de los gnomos que nunca quisieron ser ñomos. Culpa tienen la nieve, la niebla, los nietos, los atenienses, el unicornio. Todos evasores de la eñe. ¡Señoras, señores, compañeros, amados niños! ¡No nos dejemos arrebatar la eñe! Ya nos han birlado los signos de apertura de interrogación y admiración. Ya nos redujeron hasta la apócope. Ya nos han traducido el pochoclo. Y como éramos pocos, la abuelita informática ha parido un monstruoso # en lugar de la eñe con su gracioso peluquín, el ~. ¿Quieren decirme qué haremos con nuestros sueños? ¿Entre la fauna en peligro de extinción figuran los ñandúes y los ñacurutuces? ¿En los pagos de Añatuya cómo cantarán Añoranzas? ¿A qué pobre barrigón fajaremos al ñudo? ¿Qué será del Año Nuevo, el tiempo de ñaupa, aquel tapado de armiño y la ñata contra el vidrio? ¿Y cómo graficaremos la más dulce consonante de la lengua guaraní? "La ortografía también es gente", escribió Fernando Pessoa. Y, como la gente, sufre variadas discriminaciones. Hay signos y signos, unos blancos, altos y de ojos azules, como la W o la K. Otros, pobres morochos de Hispanoamérica, como la letrita segunda, la eñe, jamás considerada por los monóculos británicos, que está en peligro de pasar al bando de los desocupados después de rendir tantos servicios y no ser precisamente una letra ñoqui. A barrerla, a borrarla, a sustituirla, dicen los perezosos manipuladores de las maquinitas, sólo porque la ñ da un poco de trabajo. Pereza ideológica, hubiéramos dicho en la década del setenta. Una letra española es un defecto más de los hispanos, esa raza impura formateada y escaneada también por pereza y comodidad. Nada de hondureños, salvadoreños, caribeños, panameños. ¡Impronunciables nativos! Sigamos siendo dueños de algo que nos pertenece, esa letra con caperuza, algo muy pequeño, pero menos ñoño de lo que parece. Algo importante, algo gente, algo alma y lengua, algo no descartable, algo propio y compartido porque así nos canta. No faltará quien ofrezca soluciones absurdas: escribir con nuestro inolvidable César Bruto, compinche del maestro Oski. Ninios, suenios, otonio. Fantasía inexplicable que ya fue y preferimos no reanudar, salvo que la Madre Patria retroceda y vuelva a llamarse Hispania. La supervivencia de esta letra nos atañe, sin distinción de sexos, credos ni programas de software. Luchemos para no añadir más leña a la hoguera dónde se debate nuestro discriminado signo.
Letra es sinónimo de carácter. ¡Avisémoslo al mundo entero por Internet! La eñe también es gente.
Me pareció muy curioso este texto que encontré en mis paseos internautas, de nuestra recordada M Elena Walsh que siempre la uno a poesía y canciones infantiles.
El texto tiene su tiempo, allá por el 2007 cuando nos creíamos en peligro de quedarnos mancos de una letra. Ya he apuntado hace poco que el lenguaje es evolución y que ha estado cambiando continuamente, es más lo seguirá haciendo a pesar de aferrarnos y tener los medios para sujetar dicho cambio.
Otra cosa es que el mercado internacional se oponga a que nuestra letra con virgulilla no aparezca en nuestros ordenadores. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
Recibo los emails de mi amiga Ester desde Montreal, donde me pregunta por mis ninios y si voy a ir a Logronio... y la verdad, mi ojo no se acostumbra. Pero no me cabe la menor duda de que nuestros nietos además de utilizar un vocabulario desconocido lo hará con signos nuevos y otros desaparecerán para siempre. Ley de vida, lenguaje en evolución. Amén.

Comentarios

Esti ha dicho que…
ÑaÑa: me he puesto un Ñandutí fresco para cazar Ñandús, Ñacurutús y Ñus. Voy a cocinar Ñoqui y Ñuto con mucha Ñora y Ñoro. Estoy rodeada de Ñandubays, Ñapindás y Ñipes. Un abrazo desde LogroÑo, de la ÑoÑa de tu hermana. Esther.
daa ha dicho que…


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