La RaTiTa PRe SuMiDa
"La ratita presumida" con ilustraciones de Agustí Asencio en la editorial Multilibr.
De los cuentos clásicos hay infinidad de versiones.
Ésta que me encontré colocando en su sitio los libros de préstamo es del año 1988, así que ninguna novedad, pero me encantan las ilustraciones de Agustín Asencio que nos muestran una ratita y unos pretendientes divertidos y descarados. Además, el texto se toma sus licencias.
Recordemos el cuento clásico. (Más o menos)
LA RATITA PRESUMIDA
Había una vez. Una ratita muy presumida que estaba barriendo a la entrada de su casa. Cuando comenzaba a barrer el escalón cuando vio algo que brillaba en el camino.
-¡Una moneda de plata!
-¿Qué me compraré? Para un pastel no me llega y menos para un vestido. ¡Ah, ya sé me compraré un lazo para mi colita.
Y se lo compró. Y estaba tan guapa con su lazocinta y tan contenta que empezaron a llegarle admiradores.
Pasó primero el señor Pato.
-Ratita, ratita ¡que bonita estás!
-Hago muy bién, porque tú no me lo das.
-Ratita ,ratita.¿te quieres casar conmigo?
-¿Y qué harás por las noches?
-Cuac, Cuac, Cuac.
-No, no que me asustarás.
Pasó entonces el señor Perro
-Ratita, ratita ¡que bonita estás!
-Hago muy bién, porque tú no me lo das.
-Ratita ,ratita.¿te quieres casar conmigo?
-¿Y qué harás por las noches?
-Guau, guau,guau
-No, no que me asustarás.
Paso el señor gallo.
-Ratita, ratita ¡que bonita estás!
-Hago muy bién, porque tú no me lo das.-Ratita ,ratita.¿te quieres casar conmigo?
-¿Y qué harás por las noches?
-Kikiriquí.
-No, no que me asustarás.
Paso el señor Gato
-Ratita, ratita ¡que bonita estás!
-Hago muy bién, porque tú no me lo das.-Ratita ,ratita.¿te quieres casar conmigo?
-¿Y qué harás por las noches?
-Miau,miau,miaaau
-No, no que me asustarás.
Entonces paso un ratoncito muy educado y muy arreglado
-Ratita, ratita ¡que bonita estás!
-Hago muy bién, porque tú no me lo das.-Ratita ,ratita.¿te quieres casar conmigo?
-¿Y qué harás por las noches?
-Dormir y callar
-Pues contigo me he de casar.
Y tras un tiempo de noviazgo, se casaron y fueron muy muy felices y comieron mucho queso.
En la versión que contamos en nuestra Biblioteca el ratoncito es el primer pretendiente de la pécora ratita, pero es rechazado por sosete.
Van desfilando animales de lo más exóticos: el león, el mono, el sapo... Animales que no aparecen en el cuento que conocemos.
Y, como no, aparece el "temido" gato.Y lo que ocurre tampoco se ajusta al cuento que conocemos pero sí se ajusta a lo que ocurre en la vida real cuando nos embaucan con sutilezas amorosas.
"- ¿Qué ven mis ojos?- exclamó el felino, exagerando sus ademanes-. ¡La criatura más maravillosa que haya pisado la tierra! Dime, ratita ¿te casarías conmigo, si te lo pidiera?
La ratita que había quedado prendada de la suave voz del minino, parpadeó pizpiretamente, antes de responder:
-Eso depende... ¿Qué harías cada noche, al volver del trabajo?
El gato no se lo hizo pedir dos veces y entonó una bellísima canción de amor, elevando sus maullidos hasta muy cerca de la luna.
El canto llegó directo al corazón de la ratita, que pensó:
"¡Éste es el marido que buscaba! ¡Qué dulce voz tiene! ¡Qué felices seremos juntos!"
Los novios se casaron teniendo como testigos a los antiguos pretendientes llorosos como testigos. Y la ratita tenía muy claro cómo llevar un hogar y que exigencias tener.
Pero, evidentemente, todos sabemos como acaba esta pareja.
¿Y quién es el héroe que salva a esta ratoncita de las garras del taimado gato? Adivina, adivina... Pues claro: el ratoncito.
Soy de las que pienso que los cuentos clásicos se están olvidando gracias al edulcuramiento y lo políticamente correcto. Pero he de reconocer que de vez en cuando una versión divertida e inteligente, no viene mal.
A los niños no se les cuenta clásicos y los padres acallan su conciencia con las películas Disney, con lo que cuando les pides a los peques que te digan títulos de cuentos, allá que van todos los títulos peliculeros... Debemos transmitir estos cuentos, lo más clásicos posibles. Que no pasa nada si al lobo no se le raja la barriga y salen los protas tan campantes.
Y una de mis debilidades el la interpretación de este cuento en manos del gran Rodorín (José Antonio López Parreño) al que tengo el gusto de conocer personalmente y con el que he disfrutado en más de una ocasión.
El gran maestro.
El gran maestro.
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