ÓsCaR y El LeóN De CoRReOs
Llegaba a Correos y se quedaba esperando delante del león de dietes afilados, con el sobre en la mano.
Miraba cómo otros se acercaban y echaban sus cartas sin darse cuenta del peligro.
No les pedía ayuda, para que no pensasen que estaba asustado o que era demasiado pequeño. A los seis años, como decía mamá, uno ya era casi una persona mayor.
Intentaba acertar en la boca abierta,pero nunca lo conseguía.
_ ¡Eh, chico, espera a crecer un poco!- le dijo al pasar una mujer que empujaba un carrito.
Hasta le parecía que el león juntaba los dientes para que la carta no se colase entre ellos.
No se atrevía a subir al zócalo, por si el león volvía a morderle.
Guardaba en su cuarto las cartas sin enviar, entre las páginas de un libro de cuentos que escondía detrás de otros libros.
Un día oyó una coversación entre mamá y papá. Se quejaban del correo, de que había amigos suyos que no recibían sus cartas.
Tengo que hacer algo, pensó Óscar mientras masticaba un caramelo."
del libro "Óscar y el león de correos" de Vicente Muñoz Puelles en la Editorial Anaya Ilustrado por Noemí Villamuza
Debo reconocer que me encandiló el libro, hace ya unos años, cuando reconocí al león de Correos como al que me acompañó muy cerca de mi casa y sentí la inquietud de Óscar como la mía. Ahora, muchos de los leones de correos han desaparecido, como ha desaparecido el correo entre amigos, novios o amantes. Es difícil que los niños de seis años reconozcan el miedo al león de Corrreos. O reconozcan la necesidad de escribir cartas. Pero podemos ayudar a nuestro alumnado a descubrir precisamente la distancia entre su infancia y la de los que necesitamos en nuestra niñez y juventud, el uso de dicho servicio.
De lectura sencilla, los miedos de siempre: a la criatura de la noche y los miedos de antaño: al león de Correos.
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