La PaLaBrA
ilustración de Skinny Ships
Con el tiempo uno aprende a ser menos impulsivo y a medir mejor sus palabras y a pasar por el filtro del cerebro el tubo del corazón-boca.
¡Qué fuerte es la palabra de aliento!
Y que demoledora la palabra de desprecio.
Los que nos dedicamos a enseñar tenemos el poder más grande que existe. Algunos lo olvidamos.
Yo procuro recordármelo todos los días.
Hay que reprender pero no demoler.
Hay que animar pero no endiosar.
Hay que felicitar pero con los pies en la tierra.
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