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El grito y el bozal

Cuando el mundo era un grito, daba mucha pena. Todo estaba lleno de mordiscos. Cualquiera podía arrancarte un brazo, una pierna o un pensamiento sólo porque se había levantado de mal humor. Siempre ganaba el más listo o el más fuerte. No había amigos ni hermanos, nadie ayudaba a nadie porque no te podías fiar. Un día una mejilla muy valiente le dijo a una torta: "¡Esto no puede ser! ¡No me puedes pegar". Entonces alguien llamó al respeto y nos demostró que podemos vivir juntos:estrellas, piedras, lobos, personas... También vale para los perros y los gatos, que ese día no estaban y no se enteraron de nada.

Receta para conseguir respeto:

1. No dejes que nadie te trate mal, ni siquiera tú.
2. Cuando molesta algo, se puede decir, pero sin levantar la voz.
3. Si se tiene gritos dentro, como no se deben tragar, es mejor meterlos en una cacerola y poner la tapa. Hazlo muy rápido, los gritos son veloces y enseguida se escapan de la boca.
4. Pensar con la escala del mundo:"Cuando te creas pequeño piensa como un osos; cuando te creas muy fuerte, acuérdate de lo gusano que eres".
5. Probar a gritar idiota con la boca llena de pasta de dientes.

Del libro Recetas de lluvia y azúcar de Eva Manzano y Mónica Gutiérrez Serna en la Editorial Thule.