Me LlaMo PaBLiTo





Me llamo Pablito.
vivo en una casa.
Tengo una peonza,
tengo una pizarra,
un padre, una madre,
un gato, una taza
para el desayuno
de cada mañana,
un hermano chicop
y una flaflaflauta
en a toco
tariro y tarara.

También en mi cuarto
tengo una ventana
por la que se asoma
de noche el fantasma,
la luna pelona,
la estrella de plata
y, cuando amanece,
el sol con sus barbas
rojas y marillas,
calientes y largas.

Y tengo más cosas:
bolindres, estampas,
un lápiz, dos gomas,
un pez y una caja
donde está el tesoro
de Pablo el Pirata.

Me llamao Pablito.
Vivo en una casa.
Tengo una peonza,
tengo una pizarra...

-Eso ya lo has dicho.
Cállate y descansa.

Pablito tiene cinco años, un hermano pequeño y un tesoro debajo de una losa del dormitorio. Lo que más le gusta del cole son los sábados y los domingos. Y, claro, también las vacaciones. ¡Ah! y cuando le ponen para comer lentejas, siempre protesta. Esta es la historia de Pablito contada por él mismo en verso. Lo puedes encontrar en el libro editado por Edelvives y se titula "Me llamo Pablito", su autor Carlos Murciano  es autor de más de ochenta libros traducidos a varios idiomas. Posee prestigiosos galardones como el Premio Nacional de Poesía y el Premio Nacional de Literatura Infantil. Además está ilustrado por Emilio Urberuaga que es uno de nuestros ilustradores preferidos y no es la primera vez que se asoma por aquí. 

Me gusta mucho Pablito, por su rebeldía, por su gracia a la hora de contarnos su vida, por que no es un niño modosito al que le gusta la escuela, por que sabe mirar con ojos inteligentes y por que tiene una enorme seguridad en sí mismo, tanto cuando empieza el libro con cinco años, como cuando lo acaba a punto de cumplir seis. Tiene una abuela que vive en el pueblo maravillosa, dos hermanos y unos padres que le llevan de vacaciones y a la Feria del Libro. Pablito tiene mucha suerte por que además tiene una seño guapa y buena... Me gusta mucho Pablito.

Ayer me dijeron
que yo era un enano.

Bueno, soy pequeño,
mas no es para tanto.
Alcanzo la mesa,
alcanzo el lavabo,
alcanzo la caja
de los mantecados,
y cuando mi madre
guarda en el armario
los bombones rojos
que le han regalado
arrimo una silla,
me empino y alcanzo.


"¡Este enano!", dijo
mi padre, enfadado,
porque estaba haciéndole
cosquillas al gato.
Me dio mucha rabia,
me metí en mi cuarto,
y cerré, muy serio,
pegando un portazo.


¡Yo ya soy un hombre!
¡Tengo cinco años! 

Para comérselo.

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